En 1938 la Universidad de Harvard (USA) comenzó una investigación sobre “Estudio sobre el desarrollo adulto”, donde su objetivo era obtener la respuesta sobre qué es lo que verdaderamente nos hace felices.
Acompañaron a personas durante sus vidas para evaluar como era la búsqueda de la felicidad.
Uno de los grandes hallazgos fue que nuestras relaciones tienen mucho peso en nuestra felicidad. Y como relaciones, habla el estudio de relaciones de calidad humana, que son esas relaciones donde sientes confianza y donde eres tu mismo realmente.
Si recuerdas en otro de nuestros artículos, te contábamos sobre la confianza en las relaciones y tienes mucho que ver con las relaciones de calidad.
Para crear ese tipo de relaciones no tienes que esperar a que lo hagan los demás, puedes hacerlo tú mismo, llevando a tus relaciones la confianza.
La posición económica y los éxitos sociales que a priori parecían más importantes cuando se hablaba de felicidad, al mejorar ambos aspectos, no se confirmaba ese aumento de de la felicidad. Por lo que la presuposición inicial sobre la fama y el dinero no cumplía con el plan inicial.
El dinero y la fama son como un castillo de naipes para la mente humana.
Nuestra imagen, esa imagen que mostramos a los demás, está muy relacionada con ambos conceptos, donde la búsqueda de reconocimiento y valía se hace mirando al exterior, esperando que surja de los demás.
Cuando vemos a alguien con fama y dinero, inconscientemente se hace una asociación errónea, donde fama y dinero = felicidad. Y también esa fama y dinero parece ofrecer, más reconocimiento, y valía por parte de los demás, aunque en ocasiones no es auténtica.
Si que es cierto que una imagen influyente, aparentemente, te hace tener nuevos vínculos de una manera mas rápida, eso si, no todos esos nuevos contactos son auténticos al 100%, y hay es donde llega la decepción y la frustración. Las relaciones no se siembran a través de una imagen, se crean a través de un abono y riego continuo en la relación, donde lo importante es la persona y no lo que aparenta.
Vivir con relaciones de calidad suma a la hora de ser felices. La gran noticia es que para tener relaciones de calidad, solo hay que proponérselo y ser uno mismo. Y sobre todo, tratarte a ti mismo como te gustaría que te trataran los demás. Cuando eso lo consigues, ya no hay carencia y te relacionas sintiéndote complet@ y satisfech@, ya no dependes de lo externo.
La gran conclusión del estudio de Harvard es clara, a todos nos gustar sentirnos amados, el amor es clave en nuestras vidas. Y para poder dar amor en nuestras relaciones, y hablamos de cualquier tipo de relación, no solo de pareja… la clave es el amor que te das a ti mismo. Así que para ser feliz, empieza por enamorarte de ti mismo, trátate con amor y desde ahí comparte tu alegría y amor con las personas que te rodean, siendo tú, ahí es donde encontrarás la verdadera felicidad.
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